El truco de todo salmorejo es utilizar unos tomates de calidad. El salmorejo cordobés tradicional suele ser más espeso, pero nos apetecía algo más ligero y fresquito, para poder beber en vaso. Pero si lo quieres más espeso, solo es cuestión de añadir más pan.
Por cierto, por aquí somos poco finolis y del tomate nos comemos hasta los andares. Pero si quieres que la sopa quede más fina, puedes colar los tomates después de triturarlos para deshacerte de las pepitas y las pieles.
Lava los tomates y córtalos en cuartos, quitándoles el pedúnculo.
Tritura los tomates con una batidora de mano o de vaso.
Opcional: pasa los tomates por un colador o chino para quitar las pepitas y pieles.
Añade a la batidora el pan cortado en trozos y deja reposar un par de minutos para que se ablande.
Tritura el tomate con el pan, incorpora el ajo pelado, una pizca de sal, y añade el aceite poco a poco (a hilo) sin parar de triturar. De esta manera ayudamos a que emulsione y tenga mejor cuerpo.
Prueba el salmorejo, y rectifica con más pan, agua, aceite o sal, a tu gusto.
Sirve el salmorejo en un cuenco, y añade por encima un puñadito de tu acompañamiento favorito.